Hubo una vez...

..una niña que miraba cada día por la ventana. Pensaba que tal vez a lo mejor podía encontrar un milagro. Se sentía tan sola y triste que ni siquiera su perrito podía contentarla. Estaba cansada de vivir a costa de la rutina. Iba y venía todo el día cumpliendo órdenes, de allá para aca, que si vas por esto, que si vas por aquello, que el poco tiempo que le quedaba del día lo pasaba contemplando el cielo.

Por las noches, no se cansaba de mirar las estrellas. Incluso hubo un día que amaneció con dolor de cuello.

La ventana que tenía de su habitación era su gran consuelo. Y el sólo hecho de poder ver las estrellas, la consolaba, la hacía soñar, imaginarse en otro lugar, incluso imaginaba que podría ver una estrella fugaz y se iría detrás de ella, a seguirla, para descubrir nuevos horizontes, nuevos rumbos y no estar ahi.
Imaginaba que podría volar, escaparse de ahi y poder irse finalmente a alcazar su sueños.

Y hubo un eclipse. Y tuvo mucho miedo. Pero no tuvo más remedio que afrontarlo.

Y un buen día, su suerte cambió. Y así una noche, pudo ver una estrella fugaz, y de pronto, sintió que volaba. De repente se empezó a elevar por los aires, como si algo mágico la empujara. Y así, pudo irse de ahi.

Y así... encontró su destino y conoció la libertad.

Y así...fué muy feliz.